Consumo del deseo
septiembre 29, 2008

Por Claudia Machuca

Volcar las proyecciones, expresar, salir, salirse, mirarse en objetos que permiten generar una identidad sujeto objeto, base de la sociedad industrial, punto de partida de la sociedad de consumo. De este modo la división del tiempo en el espacio nos va construyendo, dejando… exigiendo una laberíntica búsqueda del ser, en la memoria de las proyecciones del ser, en el presente que es el pasado y el futuro al mismo tiempo.

¿Por qué desear?, ¿Por qué no desear?, ¿Qué es el deseo?
Deseo ser feliz, deseo ser amada, valorada, apreciada, admirable y para el objeto deseado llevamos cabo una serie de estrategias algunas más inconscientes que otras. Comenzamos a interactuar con el paso del tiempo y la satisfacción que produce existir mientras disfrutamos del consumo del deseo. Y lo contrario sucede cuando en el transcurso del tiempo no es consumida la satisfacción del deseo, el tiempo se alarga, como dijo Pablo Neruda: “es tan corto el amor y tan lago el olvido”.

Antes de la sociedad industrial no existía la división del tiempo y del espacio.

Cuando amamos y somos amados somos felices de verdad y queremos que sea un estado eterno. Tratamos o fingimos que sea así, sentirnos bien. La vida nos sonríe, somos dignos de todo cuanto existe alrededor, estamos en el camino correcto o por lo menos todo parece acertado, más nítido, más claro, más intenso, más cercano a nosotros mismos. Somos ambles, sonreímos al bebé que va en brazos de su madre o saludamos al anciano de mal aspecto, quien en otro momento nos destierra de nuestras raíces. Desorbitados avanzamos sin rumbo fijo, el tiempo se detiene, el corazón se enfría de miedos ocultos que erosionan las esperanzas, aquellas que nos guiaban en la oscuridad ahora son falsas como una ilusión, hologramas de nosotros proyectados en el telón de la vida.

Podemos elegir la escena a ratos, podemos no elegir como opción. Es la libertad un deseo insatisfecho permanente, es la libertad una ilusión. Es la libertad un producto de consumo disfrazada de felicidad en escenas donde el sí mismo se reinventa a través de la expresión de imágenes preconcebidas por los intelectuales de patio, que al peinar la muñeca descubren que no hay más alternativa que lucrar con la limitación de la mente humana poco adiestrada.

Estamos cautivos. ¿Podemos elegir?, ¿Qué es la libertad?. En una vida, en un par de años, en un día, en segundos la vida va y viene. ¿Se puede avanzar así?. ¿Acaso hay que avanzar?, ¿O es que hay que dominar la mente?

La salud mental como le dicen y para esto el mercado tiene todo para volver a creer que el mundo es mejor, volver a crecer: alimentación sana, productos light, 0% de materia grasa, vacaciones en spa, masajes, orientales, terapias florales, rituales con chamanes, ancestrología, astrología, etc. La idea es reinventarse, volver a creer que otro mundo es posible, ver con otros ojos, creer, tener fe, aunque sea por unos instantes, después de todo la vida se pasa volando ¿y qué?!

Claudia Machuca